1. El alma es el verdadero ser del hombre.
Su cuerpo es sólo el reflejo imperfecto. Nuestro Yo Superior, por ser chispa de
Dios, es invencible e inmortal.
2. La trascendencia del ser humano significa
que necesitamos la existencia terrenal y corporal para experimentar y
desarrollarnos. El espíritu nos guía, con ayuda de nuestra Conciencia, como
lo requiere nuestra tarea.
3.
La vida en este mundo es sólo un corto viaje en nuestra evolución.
Necesitamos el cuerpo como instrumento o
vehículo.
4.
Si espíritu y alma están equilibrados, estamos sanos. Si, no seguimos nuestra
senda, entramos en Conflicto y la consecuencia es que, al escapar energía, nos
enfermamos.
5.
La comprensión de toda la Creación nos muestra que el Creador es Amor.
Si vivimos con amor hacia todo y todos, y
hacia nosotros mismos también, no podemos equivocarnos: vivimos en salud.
Mediante estos principios nos es posible
reconocer los dos errores fundamentales que la humanidad actual ha cometido: la
desunión entre el alma y el espíritu, y la crueldad para con los demás seres
vivos.
Ambos errores atentan en contra de la
UNIDAD. Consecuentemente estos dos errores producen conflictos y, a través de
ellos se materializa la enfermedad. Si entendemos nuestros errores y los
corregimos, podemos vivir en amor, felicidad, paz y salud.
Según Bach, el estado de salud es el estado
equilibrado del hombre, equilibrio entre los tres niveles distintos de la
entidad humana-"espíritu, alma y cuerpo"- y equilibrio con el
exterior. Por eso, en su origen, la enfermedad no es física.
Lo mismo describió Paracelso (Theophrastus
Bombastus von Hohenheim, 1493-1541):
El hombre está compuesto de tres
sustancias. Estas tres constituyen el ser humano completo, y sólo por medio del
conjunto de las tres nace el hombre. El cuerpo es meramente un súlfur, un
mercurio, una sal. [El súlfur es la energía, el mercurio el espíritu, y la sal
la materia, el físico del ser humano.] En estas tres cosas se originan su
salud, su enfermedad y todo lo suyo. Mientras estas tres se hallan unidas y no divididas,
está bien de salud. Cuando se separan, es decir se dividen, cometen pecados, la
primera se pudre, la segunda se quema, la tercera se vaporiza. Ergo, si existe
un solo cuerpo, no hay enfermedad. Si en cambio aparece una separación, empieza
el sufrimiento ["enfermedad".
En alemán -el idioma de Paracelso-
"sufrir" y "estar enfermo" se dice igual:
"leiden"]. Salud, entonces, es el estado equilibrado de todas las
potencias del ser humano. Enfermedad es el desajuste del equilibrio.
Unos 450 años después, en 1989, el
astrólogo inglés A. T. Mann escribe sobre "La crisis moderna de la
salud":
No existe nada que sea más simbólico de la
decadencia del mundo moderno que la medicina. Los médicos, cuya tarea incluye
nuestra curación, son los responsables -en el más amplio sentido- de la decadencia
masiva de la salud popular. Existen varias causas por las cuales los médicos y
nuestra postura frente a ellos representan un problema... Un individuo que
sufre una úlcera estomacal espera de su médico un diagnóstico que le explique
lo que le pasa (físicamente) y una prescripción que haga desaparecer los
síntomas. Si acierta con ambos, el médico ha cumplido con las expectativas del
paciente y éste está feliz.
Pero los psicoterapeutas saben que la
úlcera se origina en una incapacidad de
expresar sentimientos y emociones.
El estómago es el órgano que por naturaleza
está relacionado con los sentimientos, que nosotros -al igual que nuestra
comida- digerimos y elaboramos. Si emociones fuertes no pueden expresarse en el
mundo externo, estallan en el interior del físico, sobre todo en el estómago.
Cuanto más dramática es la vida emotiva sin expresión, tanto más crece el caos
interno y más intensamente se manifiestan los síntomas en forma de úlcera. En
un sentido muy real, los síntomas son una comunicación esencial desde el cuerpo
ente, para que reaccione. No importa cuán eficaz sea el remedio aplicado: su
único fin consiste en anular los síntomas. No se dirige a las causas
emocionales de la úlcera, por lo que éstas no cambian ni terminan.
El
organismo como unidad va a sufrir, pero la conciencia corporal -incapaz de
expresar un trastorno del equilibrio emocional- encuentra algún lugar, más en
el interior del organismo, donde sí puede expresarlo. El conflicto original de
las emociones inarticuladas, tan difundido
en el mundo moderno, puede intervenir en las funciones orgánicas importantes o
incluso perjudicar todo el organismo. En esta situación extrema, que finalmente
lleva a la enfermedad crónica, estamos viviendo la mayoría de nosotros...
Aprendimos a reprimir nuestra relación
natural, nuestro contacto con la Tierra, con nuestro Yo Interior y con las
fuerzas centrales, que nos relacionan con la vida y la muerte. La paradoja en
el núcleo del asunto es la ilusión gestada por la revolución científica, según
la cual sólo bastan la química y la técnica paro anular la enfermedad, mientras
que ellas, en realidad, muchas veces son la causa. La mayoría de los
medicamentos no pueden —y no deben- influir en el verdadero ser del individuo.
Por eso, raras veces ocurre que un enfermo
mejore con un tratamiento farmacológico. (Si los pacientes se sienten mejor, es
su propio cuerpo el que se cura, no por los remedios). La causa sigue
existiendo con igual intensidad, pero el cuerpo necesitaba una energía inmensa
para vencer los medicamentos que se pusieron en su camino (de curación). Si los
trastornos del equilibrio no pueden expresarse en su sitio natural, producen
una revolución en otro lugar, con la consecuencia de que surgen más síntomas,
que son manifestaciones no naturales de la problemática original. Si el estado
continúa empeorándose, el último paso consiste en que el cirujano extirpe el
órgano molesto. Si se extirpa la parte ulceroso del estómago, la úlcera (en
este lugar) no puede volver. ¡Qué lógica! Hoy en día, métodos curativos
alternativos ofrecen nuevas sendas para entender y tratar la enfermedad. El
acento puesto en la anulación de síntomas, mediante cirugía y farmacología, es
reemplazado por un tratamiento holístico que comprende factores personales,
emocionales, mentales, ambientales y aun espirituales. Es necesaria una ecología humana que coincida
con la indispensable ecología planetaria.
Evidentemente, la verdadera curación
significa la autocuración por medio de la conciencia corporal. Médicos, métodos
curativos, dietas, ejercicios físicos y
otras terapias pueden iniciar un proceso curativo, apoyarlo o empujarlo para
cambiar la dirección, pero en última instancia, queda siempre la conciencia
corporal misma. El cuerpo sabe qué es lo que necesita y él es capaz de corregir
la mayoría de los trastornos de su equilibrio, -salvo que existan graves transformaciones
degenerativas- si se le permite trabajar libremente, en condiciones óptimas.
Sólo existe el dilema más grande: nosotros somos nuestros peores enemigos e
impedimos el proceso curativo natural...
La mayoría de los hombres que recurren a
terapias alternativas o medicina complementaria lo hacen porque han fracasado
las técnicas convencionales. El problema básico consiste en el hecho de que la medicina
tradicional trata los síntomas -y de vez en cuando los cura-, pero no genera o
apoya cambios en las estructuras y actitudes que originaron los síntomas...
Como reacción a los problemas que se generan por los estados cambiantes (del
mundo moderno), las nuevas terapias holísticas tienen por meta común la
implantación de un cambio (general) que defina al individuo mismo, en vez de
ser el médico quien introduce esos cambios. El lema es: "Integrativo en
vez de interventivo".
La ley de curación, según Samuel Hahnemann,
es la siguiente: "tanto la enfermedad como la curación actúan desde arriba
hacia abajo, parten del nivel espiritual y se reflejan, pasando por el anímico,
en lo corporal.
Según Edward Bach, la enfermedad "es
meramente correctiva. No es ni vengativa ni cruel, sino un medio que usa
nuestra alma para hacernos notar nuestras faltas, cuidarnos de que no caigamos
en equívocos más graves, prevenirnos de causar mayores daños y para llevarnos
de vuelta por el sendero de la verdad y de la Luz, el cual nunca deberíamos haber
abandonado. [...] El cuerpo reflejará la verdadera razón de nuestras
enfermedades, por ejemplo: miedo, indecisión o dudas, en la distorsión de sus
funciones y tejidos. [...] cuando sufres de rigidez de una articulación o un
miembro puedes estar seguro de que esa rigidez se encuentra en tus
pensamientos: mantienes estrictamente algún concepto... que no deberías tener.
Cuando sufres de asma, le estás sacando el aire a otra personalidad -de una
forma u otra- o te estás asfixiando a ti mismo, por no tener el valor de hacer
lo correcto".
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